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¿Vale la pena ser leal?


La lealtad es una virtud que muchos alaban, pero pocos poseen.
José, un representante de una isapre, intentaba convencer a un cliente.
-Está pagando demasiado por su plan médico. Si se cambia a nuestra Isapre, ahorrará $11.000 al mes, y eso es bastante.
-Puede ser- respondió Alonso-. Pero hace años que estoy con la misma Isapre. Cuando los he necesitado me han dado muy buen servicio, y quiero serles leal.
-La lealtad es una buena cualidad-contestó José-. Pero ser leal le está costando dinero.
José tenía razón. Muchas veces, ser leal, o fiel, puede costarnos dinero. Además, consume tiempo y energías, y exige un compromiso emocional. ¿Vale la pena ser leal?
Encuestas realizadas en Europa (Instituto de Sondeo de Opinión Allensbach, Alemania) el 96% de los encuestados respondieron que la fidelidad era una virtud deseable. En esa misma encuesta, en el grupo de 18 a 24 años, reveló que 2 de cada 3 jóvenes estaban a favor de la fidelidad.
Aunque muchos alaben la lealtad o la fidelidad, es muy distinto el caso cuando se trata de ser leal o ser fiel. En varios partes los matrimonios o familiares se demuestran poca lealtad entre unos y otros (es cosa de mirar los programas de juicios que aparecen en la televisión). Con frecuencia también sucede lo mismo entre los amigo. ¿Por qué?
A veces el agotador ritmo de vida nos consume tanto tiempo y energía emocional que se nos hace difícil cumplir con los compromisos que exigen lealtad. Las personas que han sufrido desilusiones en las relaciones humanas tal vez tengan reparos en ser fieles a los demás. Otros quizás prefieren vivir sin ataduras (¿Ataduras? Quizás debí ocupar otra palabra), sin tener que ser leales a nadie.
Sea cual sea la razón, la lealtad es una virtud que muchos alaban, pero pocos poseen. Por ello surgen estas preguntas: ¿Vale la pena ser leal? En tal caso, ¿a quién le debemos lealtad, y de qué maneras la demostramos? ¿Cuáles son los beneficios de ser leal?
Los beneficios de ser leal.
En algunos países, los niños se divierten tirando cadillo o espigas a sus amigos. Estos se quedan enganchados en la ropa de lana y no importa lo que haga el niño –caminar, saltar, correr, sacudirse-, las espigas o cadillos permanecen adheridos. La única manera de librarse de ellos es quitándolos uno a uno. A los niños les parece divertidísimo.
Claro está, a nadie le gusta llevar cadillos pegados a la ropa, pero a todos nos asombra la firmeza con que se adhieren. Algo parecido sucede con la persona leal: se adhiere, por así decirlo, a otra persona y sabe mantener una relación duradera, pues cumple fielmente con los deberes y las obligaciones de tal relación, incluso cuando las circunstancias lo dificultan. La palabra lealtad nos hace pensar en virtudes como fidelidad, adhesión u devoción. Ahora bien, aunque tal vez valore a las personas que le son leales, ¿tiene usted la fortaleza moral necesaria para ser leal a los demás? Si es así, ¿a quiénes debe manifestar lealtad?

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