lunes

La lealtad es vital entre los amigos.

“La lealtad de un buen amigo nos conmueve el corazón”
”Se puede ser feliz sin un cónyuge, pero es difícil ser feliz sin un amigo” Puede que concordemos con ese comentario. Prescindiendo que sean casados o solteros, la lealtad de un buen amigo nos conmueve el corazón y enriquece nuestra vida. Por supuesto, si estamos casados, nuestro amigo más allegado debe ser nuestra pareja.
Un amigo no es simplemente un conocido. Podemos tener muchos conocidos, por ejemplo, vecinos, compañeros de trabajo y personas que vemos de vez en cuando. Pero la amistad verdadera requiere de nosotros tiempo, energía y compromiso emocional. Es un honor ser amigo de alguien. La amistad nos da muchas alegrías, pero también conlleva responsabilidades.
Es imprescindible tener buena comunicación con nuestros amigos. Hay ocasiones en que sentimos la necesidad de hablar con alguien sobre un asunto. Ahora, con las nuevas tecnologías, la distancia no es impedimento para la amistad.
La lealtad es vital para mantener los amigos. Un acto de deslealtad puede incluso acabar con una amistad que haya durado muchos años. Es común que los amigos se aconsejen mutuamente incluso sobre asuntos confidenciales. Pueden hablar desde el corazón sin temor a que se les menosprecie ni se les traicione su confianza.
En vista de que los amigos influyen en lo que pensamos, hacemos y sentimos, es importante que entablemos amistad con personas cuyo estilo de vida sea compatible con el nuestro. Por ejemplo, asegurémonos de buscar la compañía de personas que compartan los mismos puntos de vistas sobre la moralidad y las mismas normas sobre lo que está bien y lo que está mal. Tales amigos nos ayudarán a alcanzar nuestras metas. Además ¿por qué querríamos pasar tiempo con alguien que no comparte nuestros principios morales?
*“Un compañero verdadero ama en todo tiempo, y es un hermano nacido para cuando hay angustia”.
*“El que está andando con personas sabias se hará sabio, pero el que está teniendo tratos con los estúpidos le irá mal”
*Libro de los Proverbios.

miércoles

La fidelidad en el matrimonio, una necesidad fundamental

Aunque la fidelidad es vital en el matrimonio, lamentablemente falta en muchas ocasiones. Los esposos que son fieles a sus votos matrimoniales, es decir, que permanecen juntos y procuran el bien mutuo, han dado un importante paso hacia la felicidad y la seguridad. ¿Por qué? Porque los seres humanos fuimos creados con la necesidad de tratar a los demás con lealtad y, a su vez, recibir el mismo trato. Ahí tenemos el caso de Adán y Eva. Cuando Dios los unió en el jardín del Edén, declaró: “El hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa”. Lo mismo era aplicable a ella: debía adherirse a su marido. Ambos habían de ser fieles el uno al otro y cooperar mutuamente.
Es cierto, aquello tuvo lugar hace miles de años. ¿Significa eso que la lealtad en el matrimonio es algo pasado de moda? ¿Acaso Dios debe apretar  F5 para actualizarse? ¿Es este un pensamiento “retrógrado”? Si se les preguntara, la mayoría de las personas responderían que no. Muchas personas consideran muy importante la fidelidad en el matrimonio. En una encuesta sobre las características más deseables en hombres y mujeres, se les pidió a un grupo de hombres que mencionaran las cinco cualidades que más admiraban en las mujeres, y a las mujeres se les pidió que hicieran lo mismo respecto a los hombres. ¿Cuál creen que fue la virtud más valorada? La virtud más valorada por ambos grupos fue la lealtad.
No cabe duda, la fidelidad forma parte del sólido fundamento de un matrimonio feliz. No obstante, como ya dije anteriormente, la lealtad es una cualidad que muchos alaban, pero pocos poseen. Por ejemplo, el alto índice de divorcios en muchos países demuestra lo común que es la deslealtad. ¿Cómo pueden los matrimonios contrarrestar esta tendencia y permanecer leales el uno para el otro?

La lealtad hace que el matrimonio sea duradero

La lealtad se evidencia cuando los cónyuges buscan oportunidades para confirmarse la devoción que se tienen. Por ejemplo, normalmente es mejor decir “nuestro” en lugar de “mi”: “nuestros amigos”, “nuestros hijos”, “nuestra casa”, “nuestra vida” y así por el estilo. Cuando hay que planificar y tomar decisiones –sea respecto a la vivienda, el empleo, la crianza de los hijos, la recreación, las vacaciones o las actividades espirituales-, deben tomarse en cuenta sentimientos y las opiniones de ambos.
Se demuestra lealtad cuando cada pareja hace que el otro se sienta necesitado y querido. La persona casada se siente insegura cuando su pareja trata con demasiada familiaridad a alguien del sexo opuesto. Se aconseja a los hombres que se “adhieran” a la esposa. El esposo no debe permitir que su corazón desee la admiración y atención de una mujer que no sea su esposa y así ser leal con ella. Por supuesto, se espera que la esposa también esté a la altura de esta elevada norma de fidelidad.
¿Merece la pena ser fiel en el matrimonio? Claro que sí, pues la relación se hace más estable y sólida, lo que beneficia a ambos esposos. Por ejemplo, cuando el esposo se preocupa por el bienestar de su esposa, ella se siente segura, y esto hace que afloren sus mejores cualidades. Y lo mismo es cierto en cuanto al esposo. Su resolución de ser leal a su esposa contribuye a que él mismo se atenga a los principios justos en todo aspecto de su vida.
Si el matrimonio atraviesa dificultades, la lealtad les ayudará a sentirse seguros. Por otro lado, aquellas parejas que carecen de lealtad casi siempre optan por la separación o el divorcio cuando afrontan problemas, lo cual, en lugar de resolverlos, suele crear otros. En la década de 1980, un famoso modisto abandonó a su esposa e hijas. ¿Encontró la felicidad? Veinte años más tarde, admitió que abandonar a su familia hizo que se sintiera “solo, trastornado y sin poder dormir, deseando darles las buenas noches a sus hijas”

lunes

¿Vale la pena ser leal?


La lealtad es una virtud que muchos alaban, pero pocos poseen.
José, un representante de una isapre, intentaba convencer a un cliente.
-Está pagando demasiado por su plan médico. Si se cambia a nuestra Isapre, ahorrará $11.000 al mes, y eso es bastante.
-Puede ser- respondió Alonso-. Pero hace años que estoy con la misma Isapre. Cuando los he necesitado me han dado muy buen servicio, y quiero serles leal.
-La lealtad es una buena cualidad-contestó José-. Pero ser leal le está costando dinero.
José tenía razón. Muchas veces, ser leal, o fiel, puede costarnos dinero. Además, consume tiempo y energías, y exige un compromiso emocional. ¿Vale la pena ser leal?
Encuestas realizadas en Europa (Instituto de Sondeo de Opinión Allensbach, Alemania) el 96% de los encuestados respondieron que la fidelidad era una virtud deseable. En esa misma encuesta, en el grupo de 18 a 24 años, reveló que 2 de cada 3 jóvenes estaban a favor de la fidelidad.
Aunque muchos alaben la lealtad o la fidelidad, es muy distinto el caso cuando se trata de ser leal o ser fiel. En varios partes los matrimonios o familiares se demuestran poca lealtad entre unos y otros (es cosa de mirar los programas de juicios que aparecen en la televisión). Con frecuencia también sucede lo mismo entre los amigo. ¿Por qué?
A veces el agotador ritmo de vida nos consume tanto tiempo y energía emocional que se nos hace difícil cumplir con los compromisos que exigen lealtad. Las personas que han sufrido desilusiones en las relaciones humanas tal vez tengan reparos en ser fieles a los demás. Otros quizás prefieren vivir sin ataduras (¿Ataduras? Quizás debí ocupar otra palabra), sin tener que ser leales a nadie.
Sea cual sea la razón, la lealtad es una virtud que muchos alaban, pero pocos poseen. Por ello surgen estas preguntas: ¿Vale la pena ser leal? En tal caso, ¿a quién le debemos lealtad, y de qué maneras la demostramos? ¿Cuáles son los beneficios de ser leal?
Los beneficios de ser leal.
En algunos países, los niños se divierten tirando cadillo o espigas a sus amigos. Estos se quedan enganchados en la ropa de lana y no importa lo que haga el niño –caminar, saltar, correr, sacudirse-, las espigas o cadillos permanecen adheridos. La única manera de librarse de ellos es quitándolos uno a uno. A los niños les parece divertidísimo.
Claro está, a nadie le gusta llevar cadillos pegados a la ropa, pero a todos nos asombra la firmeza con que se adhieren. Algo parecido sucede con la persona leal: se adhiere, por así decirlo, a otra persona y sabe mantener una relación duradera, pues cumple fielmente con los deberes y las obligaciones de tal relación, incluso cuando las circunstancias lo dificultan. La palabra lealtad nos hace pensar en virtudes como fidelidad, adhesión u devoción. Ahora bien, aunque tal vez valore a las personas que le son leales, ¿tiene usted la fortaleza moral necesaria para ser leal a los demás? Si es así, ¿a quiénes debe manifestar lealtad?

martes

¿Quién no quiere ser feliz?

Pero no todos consiguen la felicidad. El problema es que, a veces, la buscamos donde no está y sólo encontramos sucedáneos de ella. Si escarbamos en muchas sonrisas baratas y en el jolgorio que, a veces, suena a nuestro alrededor, nos llevamos una tremenda decepción.
El Evangelio, la Buena Noticia, sólo puede ser tal si la acogemos. No todo es igual, no todo vale. Las Bienaventuranzas anuncian felicidad, esperanza, liberación y paz. ¡Son Buenas Noticias! Pero estos dichos de Jesús chocan con los que manejamos nosotros. Son criterios a contracorriente porque dicen que la felicidad, el gozo, el futuro está en las manos de los que normalmente consideramos unos malaventurados.
Un mismo Evangelio es ciertamente una Buena Noticia para los pobres, para los que lloran y tiene hambre, para los que están decididos a seguir a Jesús a toda costa, los que se dan por satisfechos, no aspiran más que a pasarlo bien y viven son contar con los demás. Jesús llama dichosos a los que solidarizan con la causa de los pobres, es decir, a los que luchan por la justicia, a los que trabajan por la paz…
Y son dichosos porque Jesús se conmueve al ver sufrir a sus hermanos. No son dichosos porque son pobres y sufrientes, sino porque Dios está de su parte, a su favor… porque los valores del Reino (justicia, libertad, paz, alegría, reconciliación…) les pertenecen antes que a todos.
Todos los hombres nos afanamos por ser felices. El Evangelio es una llamada a la felicidad. El camino para alcanzarla no es el nuestro. Según Jesús, hay más alegría en dar que en recibir, en perdonar que en guardar rencor; hay más felicidad en servir que en ser servido, en compartir que en acaparar, en tener un corazón misericordioso que en vivir de espalda a las personas es una indiferencia que mata. Las Bienaventuranzas nos señalan el camino recto. El otro es un callejón sin salida, una vía muerta.

miércoles

Problemas de perdón

Pocas veces somos ofendidos; muchas veces nos sentimos ofendidos.
Perdonar es abandonar o eliminar un sentimiento adverso contra el hermano.
¿Quién sufre: el que odia o el que es odiado? El que es odiado vive feliz, generalmente, en su mundo. El que cultiva el rencor se parece aquél que agarra una brasa ardiente o al que atiza una llama. Pareciera que la llama quemara al enemigo; pero no, se quema uno mismo. El resentimiento sólo destruye al resentido.
El amor propio es ciego y suicida: prefiere la satisfacción de la venganza al alivio del perdón. Pero es locura odiar es como almacenar veneno en las entrañas. El rencoroso vive en una eterna agonía.
No hay en el mundo fruta más sabrosa que la sensación de descanso y alivio que se siente al perdonar, así como no hay fatiga más desagradable que la que produce el rencor. Vale la pena perdonar, y perdonar de corazón, porque no existe terapia más liberadora que el perdón.
No es necesario pedir perdón o perdonar con palabras, muchas veces basta un saludo, una mirada benevolente, una aproximación, una conversación. Son los mejores signos de perdón.
A veces sucede esto: la gente perdona y siente el perdón; pero después de un tiempo, renace la aversión. No asustarse. Una herida profunda necesita muchas curaciones. Vuelve a perdonar una y otra vez hasta que la herida quede curada por completo

jueves

Somos hijos de nuestras decisiones

Somos libres, pero sólo hasta cierto punto, pues, estamos sujetos a las necesidades de la vida. A veces, sentimos la libertad más que como una ventaja, como un peso y una carga. Tenemos que elegir, tenemos que decidir. Y eso implica tener que decir no a muchas cosas, para poder decir sí a lo que más nos importa. Más que hijos de nuestro tiempo, somos hijos de nuestras decisiones. Nos realizamos o fracasamos.
Nuestra vida se va construyendo golpe a golpe sobre nuestras decisiones. Y esas elecciones y en última instancia entre la vida y la muerte (Eclesiástico 15, 15:20). Es decir, o elegimos lo que conduce a la muerte (odio, insolidaridad, egoísmo), o lo que conduce a la vida (el amor, la fraternidad, el perdón).
Tomando a Mateo 5, 20-22, 27-28, 33-34, 37, nos advierte Jesús contra la extorsión de los legalismos. Dice: "Si la justicia de ustedes no es mayor que la de los letrados y fariseos, no entrarán en el Reino de los cielos". No basta con obedecer la ley sino al espíritu de la ley. Hay que obedecer a Dios. Jesús aduce una serie de situaciones concretas, tomadas de la realidad de la vida.
No sólo cuenta lo que hacemos, sino el cómo y por qué lo hacemos, es decir, las actitudes. lo que importa es la dignidad humana: ¿Qué idea tenemos y proyectamos del otro? Si el otro es sólo un competidor, cualquier trampa nos parecerá justificada; si el otro es sólo un consumidor, cualquier abuso nos parecerá lícito; si el otro es un Don Nadie, seguiremos marginando a los pobres, despreciando a los drogadictos, echando de la vecindad   a las minorías étnicas y maltratando a los inmigrantes...  Pero nosotros creemos que el prójimo es mi hermano. Nosotros creemos que todos somos iguales en dignidad sin distinción de raza, ni de credo, ni de sexo. Esto es ser cristiano. Hay sólo una dignidad: ser hijos de Dios. Todo lo demás son servicios.

miércoles

Keira, manchas rojas de pastel


Al igual que Dios plantó tus valores centrales en ti, también lo hizo con tu dones.  << Tenemos dones diferentes, según la gracias que se nos ha dado>> (Romanos 12:6) A diferencia de los regalos de Navidad que recibiste cuando eras niño, los dones y las capacidades que viene de Dios son para ti y para los demás. Son escogidos de manera especial para la Razón a la cual te está llamando Él.

Pensamiento clave

Los dones de Dios en ti te capacitan para tu don para el mundo.

¿Cómo descubres tus dones espirituales?
Prueba este ejercicio. Sólo por diversión. A medida que leas esta historia, pregúntate con qué respuesta de las personas te identificas más.
Imagina una escena en la que siete amigos están reunidos alrededor de una mesa  para comer pastel  de cereza. Cuando Keira, la persona mejor vestida y al parecer con más hambre que está presente, agarra una jugosa y roja rodaja de pastel para ponerla en su plato, de alguna manera se le escurre y cae boca abajo en su regazo. ¡Qué desastre!
El modo en que cada uno de los amigos responde revela sus dones.
La primera amiga toma las riendas, dando órdenes y organizando un eficaz equipo de limpieza. Tiene el don de administración.
El segundo amigo de inmediato hace una oferta:<< Keira, cariño, ¡te invito a otro pedazo! En realidad, otro pedazo de pastel de cereza para cada uno, yo invito>> Parece que tiene el don de la generosidad.
El tercer amigo se reclina en la silla y dice con toda tranquilidad:<< Podría haberte dicho lo que iba a pasar>> Quizás tenga el don de profecía (aunque no el de sensibilidad en ese momento)
La cuarta amiga ya ha comenzado a llorar, no por su pastel ni porque se manchara su vestido, sino por Keira. La cuarta amiga debe tener el don de la misericordia.
La quinta amiga, por otra parte, asombra a todos cuando se ríe, ¡y luego también se le cae su propio pedazo! En seguida todos los demás se ríen también; y el enfoque sin duda alguna ya no recae en la primera y desafortunada amiga. La quinta amiga estaba muy motivada para ayudar a su amiga manchada por el pastel a sentirse mejor. De seguro tiene el don  de alentar.
Después de un minuto, el sexto amigo capta la atención de todos. <<Hay una manera de comer pastel de cereza>>, le dice. Lo he investigado. La primera de nueve cosas que hay que saber es… Creo que el sexto amigo tiene el don de enseñanza.
Y, por último, el séptimo amigo. Ya ha terminado una tarea sin que nadie se lo pidiera: ha limpiado todo. El séptimo amigo es un ciervo de corazón.
Ahora, piensa durante unos segundos. Sucedió un solo suceso alrededor de la mesa, pero hubo siete respuestas muy distintas. ¿Qué amigo eres tú en la historia? ¿Qué respuesta es más natural  para ti?
Dios te ha dado dones. Sabiendo eso, ¿en qué destacas? Y, por favor, no me muestres falsa humildad diciendo algo parecido a esto: <<Pero Jaén, en realidad no soy bueno en nada>> solo deja tus quejas ¿vale? (Quizás Dios no me haya dado el de la misericordia).
Sé sincera. ¿En qué eres excepcionalmente buena? (Eructar diciendo el alfabeto completo no cuenta. Eso no es un don. Es asqueroso). ¿Cuándo te dice la gente: <<Eres tan bueno en eso que me da envidia. Me gustaría poder hacer eso>>?

La biblia tiene varias listas de talentos y capacidades (por ejemplo, Romanos 12:6-8; 1 Corintios 12; Efesios 4:11), pero solo son muestras de una lista mucho más larga y que no está escrita de dones que Dios ha distribuido entre los seres humanos.


Tomado de Chazown, libro escrito por Craig Groeschel, pastor de LifeChurch.tv